martes, 31 de mayo de 2011

La Lucía de Mariola



Opera: Lucia di Lammermoor, estrenada en 1835 en el Teatro San Carlos de Nápoles.



Autor: Gaetano Donizetti sobre un libreto de Salvatore Cammarano basado en la novela The Bride of Lammermoor de Walter Scott.


Gota: Cuenta la leyenda que cuando Donizetti compuso esta escena de la locura de Lucia di Lammermoor se limitó a escribir el acompañamiento musical, dejando a la cantante que estrenó la obra, Fanny Tacchinardi-Persiani, que libremente añadiera las coloraturas y filigranas que estimase oportuno. Estos añadidos han terminado por convertirse en parte de la obra y han hecho de este aria en una de las más exigentes y difíciles de ejecutar del repertorio lírico. No es casual que este sea el rol por excelencia de Mariola Cantarero, posiblemente la mejor cantante española de su generación. Además de una técnica portentosa y de un timbre bellísimo, su presencia en el escenario apabulla, es un soplo de aire fresco y naturalidad que eclipsa a quienes están alrededor. Disfruten de esta grabación Muziektheater de Amsterdam, admírense con su capacidad vocal y, si les gusta tanto como a mi, no desesperen, seguro que en los próximos meses tienen oportunidad de verla porque no para: en junio en Madrid en la gala lírica benéfica del Teatro de la Zarzuela, en septiembre El murciélago en el Campoamor de Oviedo, en octubre Lucia di Lammermoor en el Villamarta de Jerez, en Diciembre Linda di Chamounix en el Liceu, en febrero L'elisir d'amore en el Teatro Euskalduna de Bilbao, en marzo otra vez Lucia en el Maestranza de Sevilla...

jueves, 26 de mayo de 2011

Oh, mia patria, si bella e perduta



Ópera: Nabucco, estrenada en 1842 en la Scala de Milán.



Autor: Giuseppe Verdi, sobre libreto de T. Solera basado en el antiguo testamento y en Nabuchodonosor, de F. Cornué y A. Bourgeois.


Gota: ya hemos hablado en este blog de lo que el Va pensiero significa para los italianos, un himno de rebelión ante el invasor austriaco, un canto de amor a su patria. También hemos hablado del carisma, la pasión y capacidad de arrastre del maestro Riccardo Muti. Hoy vamos a hablar de lo que pasa cuando ambos, Muti y el Va pensiero, se cruzan.

Se celebraban recientemente los 150 cincuenta años de la creación del Estado italiano y en el Teatro de la Opera de Roma se conmemoraba, como no podía ser de otra manera, representando Nabucco. Era un día especial y allí se encontraban todas las autoridades del país, incluido el primer ministro Silvio Berlusconi. Terminada la interpretación del mítico coro de los esclavos Muti detecta algo, algo le pasa por la cabeza. Interrumpe la obra y se dirige al público conminándolo a decir basta, a aprovechar ese día tan especial, esa música tan significada, para expresar su hartazgo ante la bochornosa situación política del país, que entre otros aspectos está acabando con la cultura. Luego juntos orquesta, coro y público, ante todos los poderosos del país, cantan entre lagrimas el Va pensiero, en el que probablemente es el momento en el que la ópera y la rebeldia se hayan abrazado de un modo más intenso y emocionante desde aquel mítico día de 1842 en el que en La Scala se estrenó Nabucco. ¡Viva Verdi, viva la rebeldía!

miércoles, 25 de mayo de 2011

La traviata de Lisboa



Ópera: La Traviata, estrenada en 1853 en el Teatro de La Fenice de Venecia.


Autor: Giuseppe Verdi sobre un texto de Francesco Maria Piave basado en La Dama de las Camelias de Alejandro Dumas.

Gota: María Callas estaba ya en la cumbre en 1958. Idolatrada, perseguida y deseada, a sus cortos 35 años dominaba absolutamente el panorama lírico mundial imponiendo su ley. Era la divina, la más grande, el mundo estaba a sus pies y eso le permitía ciertas licencias. No todo iba a ser Milán, Nueva York o Berlín, no siempre la máxima exigencia, ya podía permitirse bolos de menor nivel artístico pero de primera para su economía personal. Era sencillo, siempre había alguna ciudad importante fuera de los circuitos principales dispuesta a rascarse el bolsillo con tal de conseguir que los focos que arrastraba la Callas les iluminasen aunque fuera por una noche. Y como ya tenían a la diva, el resto del elenco cuanto más discretito mejor, más barato para el teatro y la protagonista encantada, que a menos competencia menos hay que forzar la voz. De esta manera María Callas llegó a Lisboa en el mes de marzo, dispuesta a hacer caja fácil interpretando en el Teatro Nacional San Carlos uno de sus papeles míticos, La Traviata de Verdi. Cartel de no hay billetes, público entregado, Franco Ghione al cargo de la orquesta y entorno a ella un ramillete de desconocidos cantantes que debían limitarse a hacer de compasas a mayor gloria de la diva, los pobres no daban para más.

Pero la vida te da sorpresas y esa noche la historia de la lírica nos tenía reservada una. Resulta que entre ese elenco de comparsas, entre ese ganado cánoro tan bien apartado para el lucimiento de la estrella, se coló un toro bravo. El muchacho que tenía que encarnar a Germont, el otro rol principal del la obra, un cantante descocido a nivel internacional que decía ser español pese a su apellido alemán, sabía cantar. ¡Vaya si sabía cantar! La diva no daba crédito. ¿Quién era ese joven rubio, de ojos claros, y elegante belleza? ¿Quién era ese cantante de técnica sublime que la estaba eclipsando a ella, a la divina? Entre seducida y aguijoneada por esta presencia inesperada, la Callas decidió que a ella no le hacía sombra nadie, y en lugar de seguir el plan inicial, caja fácil sin esfuerzo, destapó el tarro de la esencias, desencadenando una de las noches más mágicas que la ópera haya conocido nunca. Una espiral retroalimentada de voces, interpretación y complicidad entre ambos. Una obra de arte todavía no superada y que entró en el olimpo lírico como La Traviata de Lisboa.

Como es de imaginar, para aquel desconocido cantante que tanto impresionó a la diva ese día marcó un antes y un después. Salió catapultado a la primera fila de los circuitos internacionales donde se mantuvo más de 40 años convirtiéndose en el mejor tenor de la segunda mitad del siglo XX y quien sabe si de la historia. Su nombre era Kraus, Alfredo Kraus.

lunes, 23 de mayo de 2011

Orfeo llora por Eurídice



Opera: Orfeo ed Euridice, estrenada en Viena 1762



Autor: Christoph Willibald Gluck sobre un libreto de Ranieri de Calzabigi basado en el mito de Orfeo.


Gota: Aprovechamos el Orfeo y Euridice de anoche en el teatro de la Maestranza de Sevilla para salirnos de los cauces más populares del repertorio y recalar en esta joya, cuya relevancia histórica es enorme. La opera nació hace más de 400 años allá por Florencia, cuando un grupo de intelectuales renacentistas intentaban recuperar la tragedia griega, el maravilloso y simple arte de combinar drama y música. El invento echó a andar y tomó vida propia, y en paralelo a la propia evolución de la cultura occidental, fue olvidándose de su mirada a lo clásico, añadiendo capas de recargamiento, espectacularidad y ornamento. Cuando llegamos a la mitad del siglo XVIII nos encontramos con una ópera que ya no hay quien reconozca, absolutamente alejada del ideal que la alumbró y al servicio del puro virtuosismo vocal. Hasta que llegó Gluck y dijo basta. Volvió de nuevo la mirada atrás, a la tragedia clásica, con toda su sencillez y equilibrio, y decidió refundar la ópera creando esta maravillosa obra. Sobre ella se construye toda la ópera alemana posterior (Mozart. Beethoven, Wagner) y por extensión la del resto de occidente. Como ejemplo, este delicioso J'ai perdu mon Eurydice, que tanto ha ayudado a difundir el gran Juan Diego Flórez, la expresión de un amor tan intenso que puede hacer que los muertos regresen

viernes, 20 de mayo de 2011

Galería de malvados (V): Klingsor


Ópera: Parsifal, estrenada en el Festival de Bayreuth en 1882.



Autor: Richard Wagner, basado en el poema Parzival de Wolfram von Eschenbach y en el Perceval de Chretien de Troyes.


Gota: No es difícil acordarse de Klingsor al albur del vergonzoso episodio de Dominique Strauss-Kahn. Klingsor, el pérfido antagonista de Parsifal, era uno de los caballeros de de la orden del Amfortas, buenos entre los buenos, valientes entre los valiente, rectos entre los rectos y guardianes del Santo Grial. Pero hete aquí que nuestro protagonista de hoy tenía una singular querencia concupiscente, o como dirían en mi pueblo, que estaba más caliente que el palo de un churrero. Expeditivo como era, e incapaz de controlar esta lujuria, opto por amputarse sus órganos genitales, lo que condujo a su expulsión de la Orden de Amfortas y a un destierro humillante. Menuda pieza. Strauss-Kahn, quiero decir.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Galería de malvados (IV): Pinkerton


Ópera: Madama Butterfly, estrenada en 1904 en La Scala de Milán.

Autor: Giacomo Puccini, con libreto de los míticos Illica y Giacosa.

Gota: Según la RAE malo es aquel que carece de la bondad que debe tener según su naturaleza o destino. Si es así Pinkerton es, aunque no lo parezca, para cambiarse de acera al verlo venir. Puede que este marinerito americano, blanco y reluciente cual primera comunión, no sea el clásico malvado de manual, con restos de sangre entre los dientes, pero es un auténtico truhán, un ser ególatra y narcisista, sin sombra de empatía, y nulo para valorar las consecuencias de sus actos, de esos que circulan por la vida a lo Strauss-Kahn, como si estuvieran en un supermercado donde basta desear algo para ir y cogerlo. Y para acentuar su maldad, para hacer más grave la afrenta, Puccini coloca enfrente a Cio-Cio-San, a Madama Butterfly, una criaturita, poco más que una niña, tan tierna, tan inocente, tan ingenua, tan delicada, tan entregada… un imán para que la maldad inconsciente y egoísta de Pinkerton se pose sobre ella con resultados fatales. Todo ese egoísmo hedonista queda perfectamente expresado en este Dovunque al Mondo, en el que nuestro malo de hoy, alegre, ufano, presume de su forma de vivir sin pensar en las consecuencias. La peculiar versión que hemos elegido, una producción cinematográfica de Jean-Pierre Ponnelle, tiene interés musical (Karajan, Domingo) pese a su peculiar puesta en escena tan lejos del Nagasaki de principios del siglo XX , no se asusten.

lunes, 16 de mayo de 2011

Galería de malvados (III): Azucena


Opera: Il trovatore, estrenada en el Teatro Apolo de Roma en 1853.

Autor: Giuseppe Verdi, sobre un libreto de S. Cammarano basado en la obra El Trovador, de Antonio García Gutiérrez.

Gota: Como a tantos artistas de la época, a Verdi le atraía lo español. Varias de sus obras están ambientadas en España (Ernani, Il trovatore, Don Carlo), tienen pasajes folclóricos hispanizantes (La Traviata) o están basadas en textos de autor español (Simón Boccanegra, Il trovatore). Además, Verdi aprovechó su visita en 1863 a Madrid para el estreno patrio de La Forza del Destino y realizó un largo viaje que le llevó a conocer El Escorial, Granada Sevilla o Cádiz, todo un despliegue para la época.  Dentro de los acusados estereotipos románticos en los que el maestro de Busseto siempre apoya en sus incursiones hispanas, destaca esta Azucena de Il trovatore. Es la supuesta madre del trovador Manrico, una gitana racial, maquiavélica y atroz, capaz en su afán de venganza de quemar a un bebé en una hoguera o  de celebrar la muerte de quien ha criado como a un hijo si hace daño a su odiado conde de Luna. Todo muy exagerado y maniqueo, pero cuando uno se sienta en la oscuridad del teatro no puede evitar un escalofrío al escuchar este Stride la vampa e imaginar esa terrible muerte a manos de las llamas. En este video la interpretación corre a cargo de Fiorenza Cossotto, seguramente la mezzosoprano más importante de la segunda mitad del siglo XX, que en este complicado papel está soberbia. Cuidado con las pesadillas…

martes, 10 de mayo de 2011

Galería de malvados (II): Mefistófeles



Opera: Faust,  estrenada en el Teatro Lírico de París en 1859.

Autor: Charles Gounod sobre un libreto de Jules Barbier y Michel Carré basado en una obra teatral del propio Carré e inspirada en el Fausto de Goethe.

Gota: dejando aun lado el pequeño desfase sonido/imagen de este video, es fabuloso. Fabuloso como Gounod imaginó este Mefistófeles que alegre celebra como nos controla por el deslumbramiento que nos provoca el becerro de oro, el vil metal. Fabuloso el montaje de la Staatsoper de Viena, tan simple y a la vez tan acertado subrayando el texto. Fabuloso Ruggero Raimondi, que es este papel lo borda tanto vocal como dramáticamente. Pero lo más fabuloso, por increíble,  es comprobar que después de tantos años y de tantas crisis, de tanta especulación y tanto abuso, todavía se nos olvide los que ya nos decía Gounod hace 150 años: qué Satán dirige el baile!!!   

viernes, 6 de mayo de 2011

Galería de malvados (I): Scarpia


Opera: Tosca, estrenada en Teatro Costanzi de Roma en 1900.

Autor: Giacomo Puccini sobre libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacossa.

Gota: Puccini se equivocó. No debía haber llamado a esta ópera Tosca sino Scarpia, que es como se llama el malo, el jefe de la policía de Roma en tiempo de la invasión napoleónica y que está dispuesto a todo por acceder a los favores de Floria Tosca. El Barón Scarpia es uno de los personajes más sobrecogedores que hayan pisado un escenario y dota a Tosca de una profundidad conceptual que no alcanza ninguna otra obra de Puccini. La pasión,  el abuso, la manipulación, el poder, la religión como legitimadora del mismo… son aspectos que esta ópera aborda de manera magistral con Scarpia como epicentro. Es un malo malísimo, despiadado, brutal, que en su obsesión por poseer a Tosca es capaz de cualquier cosa. Este Te Deum en el que hoy recalamos es abrumador. Toda la maldad, toda la falta de principios, toda la manipulación de lo colectivo al servicio de lo particular, toma forma y se muestran de manera descarnada, alcanzando el climax con ese ¡Tosca, mi fai dimenticare Iddio! (¡Tosca, haces que me olvide de Dios!) realmente espeluznate. En este caso se trata de un montaje del Metropolitan en el que Scarpia está encarnado por George Gagnidze, un interesante barítono georgiano que el año pasado pudimos ver en el Simon Boccanegra del Teatro Real. ¡Qué miedo!

jueves, 5 de mayo de 2011

Grandes coros (VI): grandioso Tannhauser



Opera: Tannhauser , estrenada en el Teatro Real de Dresde en 1845. 

Autor: música y texto Richard Wagner, basado en leyendas tradicionales alemanas. 

Gota: este rápido post pretende corregir un error. Manuel Bustabad nos ha apuntado, con gran acierto, que en el repaso por grandes coros de la semana pasada habíamos dejado fuera a Wagner, algo bastante impresentable. Lo confieso, me pasé varios días intentando encontrar un video del coro de los peregrinos de Tannhauser en un buen montaje, pero no fui capaz. Ante esa tesitura no lo incluimos en el blog, lo que claramente dejo cojo nuestro repaso coral. Para enmendarlo, hoy, en versión sólo audio, les dejamos con un coro vibrante, grandioso y emocionante, cierren los ojos y déjense llevar por esta obra maestra.     

Pequeño homenaje a Muti

Como ustedes ya saben, ayer se concedió a Riccardo Muti el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Aunque la noticia ha sido recibida por los medios de manera positiva, en la red se levantó bastante polvareda en torno a la idoneidad del fallo. Por poner un ejemplo cercano, la cuenta de Twitter de este blog, @gotasdeopera, echaba humo al respecto. En el fondo creo que a los aficionados a la música nos divierten a estas cosas, es una forma de echarle picante a un mundo tan serio y circunspecto: que si mejor Abbado, que si más grande Rattle, que si más contrastado Haitnik… Como pasa con el buen vino, superado cierto nivel de calidad ya sólo cabe aplicar para establecer rankings la pura subjetividad de cada uno, que luego tratamos de legitimar con posteriores argumentos racionalizadores, pero detrás de los cuales no hay más que nuestro particular gusto. Por este motivo, dejamos a un lado la batalla sobre la primacía de las batutas internacionales para constatar que Muti es muy grande y tiene un hueco entre los indiscutibles. Aparte de su impresionante trayectoria y repertorio (Maggio Musicale Fiorentino, Filadelfía, Salzburgo, Chicago, y sobre todo La Scala), es un director inmenso, un artista en todo el sentido de la palabra, que combina rigor y exigencia con un carácter, un carisma, una pasión que consigue arrastrar tras de él a toda la orquesta hacia el objetivo creativo que persigue. Sirva como ejemplo este breve y divertido video, que retrata perfectamente al personaje, que encima es un cachondo mental:




Pero de lo que se trata es de escuchar su música. ¿Qué elegir? Qué sea una obertura, para que sea él el protagonista. Qué sea en La Scala, el templo que dirigió durante 20 años. Y como es jueves y estamos cansados, que nos levante la moral. Sí, ha acertado, el final de la obertura de Guillermo Tell de Rossini. ¡¡¡¡A por ellos!!!

miércoles, 4 de mayo de 2011

Mozart, Cherubino y el amor: Voi che sapete


Opera: Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro), estrenada en el Burgtheater de Viena en 1786.


Autor: Wolfgang Amadeus Mozart, con libreto de Lorenzo da Ponte basado en la obra Beaumarchais.


Gota: No habla muy bien de este blog el que en un mes de vida no le hayamos dedicado ni un minuto a Mozart, así que vamos a aprovechar que el pasado domingo se cumplieron 225 años del estreno en Viena de Las bodas de Fígaro para limpiar tan indigno borrón. Las óperas de Mozart son preciosas, vivas, naturales, llegan con mucha más intensidad que las de sus predecesores, principalmente porque su música consigue dotar a sus personajes de una emotividad hasta ese momento desconocida. Un gran ejemplo de esta habilidad para construir musicalmente emociones es este Voi che sapete en el que Cherubino, el paje del sevillano conde de Almaviva, nos trasmite con grandes dosis de inocencia sus inquietudes sobre la naturaleza del amor, un pasaje cumbre de la historia de la ópera. El video de hoy corresponde a una gran producción del Festival de Salzburgo de 2006, en la que el rol de Cherubino, aunque escrito originalmente para Mezzosoprano, está interpretado por una soprano, la alemana Christine Schäfer, que está soberbia.